
Las temperaturas de la superficie de los océanos están rompiendo récords, pero negativamente. Los incendios están provocando alteraciones y tragedias en todo el mundo, y Europa acaba de sufrir una ola de calor con el mismo nombre que el perro de tres cabezas del averno. Los gobiernos de todo el mundo están reafirmando su compromiso la neutralidad en carbono, aunque no llegan a un consenso sobre la protección de los bosques y, al mismo tiempo, anuncian nuevas iniciativas en busca de petróleo.
En todas las organizaciones que se están enfrentando verdaderamente al reto de asumir sus compromisos de ESG (ambientales, sociales y de gobernanza, por sus siglas en inglés), aún hay agentes malintencionados que aparecen en los titulares. En el mejor de los casos, los clientes están confundidos por los mensajes contradictorios en torno a la responsabilidad de las empresas y, en el peor de ellos, están indignados por la lluvia de afirmaciones de “hemos aprendido una lección” cuando ya es demasiado tarde. No extrañaría que pusieran los ojos en blanco si se les dijera que una de las nuevas herramientas más prometedoras para influir en el cambio climático procede del sector de la tecnología financiera.
Te presentamos a Mathias Wikström, director ejecutivo y cofundador de la empresa sueca de “tecnología con impacto” Doconomy, líder del mercado mundial a la hora de hacer que cada transacción sume en la lucha para reducir el cambio climático.
“Fíjate en lo que inviertes: ¿estás influyendo de manera negativa o estás promoviendo un impacto positivo?”, pregunta. “¿Está sirviendo tu dinero para apoyar a empresas o iniciativas de sostenibilidad? No todo el mundo se levanta por las mañanas pensando en su huella de carbono, por lo que es fundamental proporcionar herramientas que involucren y capaciten a la gente y que les permitan conocer su impacto y actuar de manera fiable y medible”.
¿Que cómo respalda Doconomy los esfuerzos de sus clientes para cumplir con el compromiso de la neutralidad en carbono? ¡No tan rápido! La pasión y la precisión son dos de las cualidades de Mathias que se complementan y salen a flote cuando ilustra la complejidad del problema que está comprometido a resolver.
“No hay mucha gente que sepa que realmente puedes compensar parte de tus emisiones y, al mismo tiempo, afirmar haber alcanzado la neutralidad en carbono”, explica. “Es una cuestión de definiciones. Mi preocupación no es la neutralidad en carbono por sí misma, sino las diversas afirmaciones, normativas y coaliciones al respecto. Es muy complicado seguir el progreso y diferenciar lo tangible, real e importante de las estrategias de lavar la imagen, ocultar y mentir”.
Doconomy lleva desde 2018 desarrollando herramientas mediante su “Índice Åland”, que proporciona a los clientes las puntuaciones de impacto de CO2e (equivalencias de dióxido de carbono) y de H₂O (consumo de agua dulce) basadas en las transacciones financieras de forma detallada.
“Entendimos desde muy temprano que teníamos que hacer que el proceso fuera totalmente automático. Tenía que ser simple y estar conectado con algo que ya estuviera implementado”, cuenta Mathias. “Nos estábamos fijando en las transacciones, ¿sabes? Cogimos todas las tarjetas de pago y las convertimos en ‘guías para el cambio’ al incluir en los datos una puntuación por cada transacción realizada”.
Para ayudar a sus clientes a entender sus propios datos, Doconomy trabaja con empresas como S&P Global Trucost para definir las métricas de indexación del Índice Åland. “Es importante proporcionar los mejores datos que existan”, concluye Mathias. “Estamos usando datos especializados que puedan usarse para tomar decisiones multimillonarias o de cara al consumo”.
¿Cómo funciona el proceso? “Se trata de un componente de software como servicio en el que proporcionamos una API (interfaz de programación de aplicaciones) a los bancos”, explica Mathias. “Recibimos información anónima sobre el importe gastado y el código de la categoría, y nuestra herramienta responde con las emisiones de CO2 equivalentes para dicho gasto y categoría en forma de un valor numérico. Las cuestiones sobre privacidad y integridad se respetan por completo, por lo que la información de los clientes nunca sale del banco”.
El impacto de Doconomy no se limita a la indexación. También proporcionan herramientas y datos para apoyar en los presupuestos relacionados con el carbono, las comparaciones de objetivos para 2030, las comparaciones con la competencia y un programa de sugerencias de mejoras desarrollado en colaboración con el WWF (el Fondo Mundial para la Naturaleza, no la lucha libre).
La calculadora del impacto de las transacciones de Doconomy usa el Índice Åland para identificar cada transacción y le asigna una puntuación. Este método de cálculo abarca desde macroanálisis para determinar la categoría del proveedor por cada transacción, hasta microanálisis que permiten identificar los códigos de producto correlacionados con cada marca. De esta forma, Doconomy es capaz de ofrecer a sus clientes tanto las huellas de carbono precisas de los gastos de las tarjetas empresariales individuales como las puntuaciones agregadas en toda la organización.
Casi 100 bancos de todo el mundo han adoptado ya la calculadora de impacto de las transacciones. “Estamos muy contentos de verla en bancos con más de 700 millones de dispositivos en su ecosistema”, dice Mathias. Al analizar y puntuar los productos de las empresas, Doconomy está ayudando a los clientes a mostrar datos fiables sobre su huella de carbono, así como realizar compras mejor fundamentadas y tomar medidas significativas para reducir el cambio climático.
“De repente, estamos introduciendo la comparación entre proveedores, lo que incrementará el impacto porque permitirá a los consumidores empezar a decidir dónde gastan su dinero y, probablemente, preferirán a aquellos proveedores con un menor impacto”.
Puede que Mathias sea entusiasta, pero también es pragmático y reconoce que el peso de intentar reducir el cambio climático no puede recaer únicamente sobre las empresas, especialmente en una era en la que las cadenas de suministro son cada vez más complejas.
“Hemos acordado reducir nuestras emisiones un 50 % en toda nuestra cadena de valor para 2030 y alcanzar la neutralidad para 2040. Debemos hacer lo que predicamos de la forma más tangible posible. Nunca le pediríamos a nadie que hiciera algo que nosotros mismos no hacemos”. Como Mathias señala con franqueza: “Hacer las cosas a medias no va a tener ningún tipo de impacto”.
“Estamos trabajando en distintos frentes: fuentes de energías renovables, opciones de menús o medios de transporte alternativos”, sigue contando. “Desplazarse al trabajo también es parte de la huella de carbono de una empresa, ya que es necesario que los empleados vayan a la oficina. Por ello, seguimos trabajando en un panorama híbrido”.
Si nos fijamos en las puntuaciones del equipo de Doconomy, la reducción personal de Mathias es inferior a la de otras personas, pero sigue siendo un significativo 14 %. Aunque se muestre reticente, tiene que ser más pragmático sobre su propia puntuación al divulgar el mensaje de Doconomy.
“Si puedo conseguir que 10 000 personas reduzcan su impacto cada vez que viajo, creo que vale la pena intentarlo, aunque aumente mi huella de carbono”. Nuestra misión es garantizar el futuro de la vida en nuestro planeta, hacer que la sostenibilidad sea nuestro modo de vida e involucrar y educar a las mayorías sobre las causas y los efectos para que puedan tomar decisiones más conscientes o mejores y reivindicar demandas más razonables como ciudadanos, consumidores y responsables de la toma de decisiones”.
El proyecto de Doconomy no solo va de arriba abajo, sino también de abajo arriba. La empresa ha lanzado su calculadora de impacto para 2030 de forma gratuita para las pymes y los proveedores con el objetivo de que las empresas puedan analizar la huella de carbono de sus propios productos independientemente de su ámbito.
“Esto permite nivelar el terreno y democratizar el acceso a los datos de impacto y, en consecuencia, otorga más transparencia a cada relación comercial”, explica Mathias. “Observamos todos los cálculos globales de manera ascendente, identificando la huella de carbono de sus productos e incluso de sus planificaciones previas a la producción, todo ello para que tomen decisiones más conscientes sobre los materiales, el transporte y el empaquetado”.
Pero, ¿por qué ofrecerla de forma gratuita? “Está bien que haya una herramienta como esta disponible en el mercado, ya que las empresas más pequeñas puede que solo tengan 40 o 50 productos. Si acudieran a una asesoría para calcular sus huellas de carbono, excedería por completo sus gastos generales. Necesitan toda la ayuda posible. Puede que tengamos que asumir el coste que supone mostrar el camino adecuado, pero perder nuestro planeta saldría mucho más caro”.
Puedes quitarte los zapatos al entrar, pero la huella de carbono se queda contigo. Los esfuerzos de Doconomy por liberar los datos del impacto climático van más allá del ámbito empresarial y la cadena de suministro. También interactúan con los clientes y les proporcionan recursos similares para evaluar sus huellas de carbono personales. Con esa finalidad, Doconomy ha colaborado con la CMNUCC (Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático) para desarrollar una calculadora del impacto del estilo de vida, que también es de acceso gratuito.
“La CMNUCC es una de las fuentes con mayor credibilidad en nuestro ámbito”, declara Mathias. “Hemos creado esta calculadora del impacto del estilo de vida en conjunto para que pueda llegar a todos los países del mundo. Actualmente se usa en 120 países para permitir que todo el mundo sea consciente de su huella de carbono a partir de cálculos propios basados en su actividad. Cómo vives, cuántas habitaciones tiene tu casa, cuántos hijos tienes, qué tipo de coche (si es que tienes uno)… Hay muchos elementos en la configuración del perfil”.
“Estamos desarrollando la infraestructura para la economía de la acción climática”, cuenta Mathias. “Creo que todo se reduce a que la transparencia sea el motor principal, a transformar las relaciones de una forma totalmente nueva y permitir que las marcas y los consumidores también compartan la responsabilidad”.
La calculadora del impacto es una herramienta para hacer evaluaciones propias que consiste en un cuestionario breve con campos de formulario y opciones desplegables. “Todo esto es complejo, pero queríamos facilitar la experiencia de usuario porque la sostenibilidad no tiene por qué ser fea”, dice entre risas. “Además, debe ser asequible y muy fácil de usar”.
Para Mathias, esta calculadora del impacto tiene como fin generar impulso. “Cuanto más tardemos, más difícil será. Todos, como colectivo, podemos empezar a ayudarnos los unos a los otros. No todo el mundo tiene que hacerlo todo, pero si todos hacemos algo, estaremos en una mejor posición de la que nos encontramos hoy. Es una tarea excesiva que alguien reduzca sus emisiones un 95 %, pero si todos podemos reducirlas un 15 o 20 %, ya es un buen punto de partida”.
El alcance de la calculadora del impacto del estilo de vida va a aumentar drásticamente a medida que su adopción se expanda desde el ámbito voluntario al institucional. Los sistemas escolares están empezando a mostrar interés en la adopción de las calculadoras de Doconomy como parte de su intención de promover una nueva generación de estudiantes concienciados con el medioambiente.
“El Gobierno Metropolitano de Tokio nos ha proporcionado parte de la financiación para que establezcamos operaciones en Japón”, cuenta Mathias. “La prefectura de Tokio tiene interés en usarla en los centros educativos para que todos los estudiantes que se gradúen conozcan su impacto”.
Actualmente, Doconomy sirve como base para la toma de decisiones concienciadas respecto al clima en toda la cadena de comercio, desde las empresas hasta los consumidores. Al proporcionar a todas las partes datos transparentes sobre las huellas de carbono, las soluciones de Doconomy pueden contribuir a despejar las dudas sobre la neutralidad de carbono.
“Si quieres saber qué está haciendo una empresa, no escuches lo que diga, simplemente sigue el dinero. De esta forma, puedes obviar los esfuerzos de lavado de imagen y acercarte a la realidad sobre la integridad de la empresa”.
Puede que Mathias sea un realista, pero incluso los realistas tienen límites. “Veo los enormes beneficios que obtienen ahora las empresas petrolíferas y de combustibles fósiles al mismo tiempo que dejan de priorizar la sostenibilidad y de dedicar sus esfuerzos a ella… Y es que no lo entiendo”.
Puede que Mathias no esté dispuesto a aceptar tópicos ni la implementación parcial de medidas, pero la generación de consumidores informados que se avecina será menos indulgente incluso. La generación Z ya se está inclinando a favor de la acción climática con su dinero, pero la misión de Doconomy no ha hecho más que empezar.
“Construimos los puentes de la nueva infraestructura necesaria para la economía de la acción climática”, concluye Mathias. “Vamos a crear alianzas y oportunidades para comprender, intentar medir y calcular la huella de carbono y llegar a mil millones de personas como mínimo. Vamos a ayudarles a reducir su impacto al menos 500 kilos por persona de media”.
Al ayudar a las empresas a seguir su propio rastro monetario, Doconomy ha democratizado los datos sobre el impacto del carbono y ha garantizado que todos puedan acceder a la información necesaria para cumplir con su parte. Así que ya no hay excusas…
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